31/Enero/2005
Eduardo González

Dicen que nadie es profeta en su tierra y Melquiades Morales Flores ayer lo recordó al llegar a su natal Santa Catarina Los Reyes, en el municipio de Esperanza, durante el último día de su mandato como gobernador. 

No hubo mantas ni hubo porras, menos los cientos de acarreados que colmaban los eventos de inicio de sexenio, apenas unas doscientas cincuenta personas que no llenaron las casi 400 sillas colocadas en la plaza principal del pueblo, donde ayer celebró el evento oficial con el que cerró sus recorridos por el estado. 

Acompañado de su esposa, María del Socorro Alfaro de Morales, y sólo cuatro de sus seis hijos: Raquel, Verónica, Gabriela y Socorro, reconoció que fue imposible quedar bien con todos, lo mismo en el estado que en su propia familia. 

El acto se llevó a cabo en la remodelada plaza del pueblo, a la que se pintaron guarniciones, jardineras, kiosco e instalaron nuevas bancas, que desde ahora portan medallones con el nombre de Melquiades Morales Flores y su periodo de gobierno: 1999-2005. 

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“Hace seis años, cuando el PRI nombró a Melquiades Morales como su candidato, la gente sacó radios a las calles y escuchaban las noticias. Al confirmarse que sería candidato todos se alegraron, echaron cuetes, y toda la noche hubo fiesta”, recordó Melitón Zúñiga Campos, presidente auxiliar del lugar. 

Con posterioridad, al regresar a Santa Catarina ya como candidato cientos de personas de todos los pueblos cercanos se reunieron, lo recibieron desde la vieja estación del ferrocarril con cohetes y se hicieron repicar las campanas de la iglesia del pueblo. 

Ayer también hubo cuetes, las campanas resonaron al descender de su camioneta, los pobladores organizaron una comida, pero el número de los asistentes fue escaso. En la primera parte de su visita, en la inauguración del pozo apenas se reunieron unas tres decenas de personas. 

Es que toda la gente se fue a trabajar y todavía no llegan al pueblo, justificó el edil auxiliar. 

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En una de las jardineras de la plaza, Evelia Montero Hernández esperó por dos horas la llegada del mandatario estatal. De edad madura, ella fue la nana de Melquiades Morales y el resto de sus hermanos cuando su madre enfermó. Ahora se dice orgullosa de que “su niño” al que alguna vez cuidó alcanzara el cargo de gobernador del estado. 

Con los ojos llorosos, comentó que para ella es un honor que el mandatario la reconozca cuando llega al pueblo, la abrace y le plante un beso, “y más porque yo siempre ando desarreglada y él viene todo limpio”. 

Con la voz entrecortada y apenas con la fuerza para emitir algunas palabras, refirió que la gente en el pueblo estima a su Melquiades, una vez que en este sexenio les construyó carreteras y ayudó con recursos a la gente que lo necesitó.

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En los seis años de gobierno pasados, en Santa Catarina fue modernizada la estructura para el abastecimiento de energía eléctrica, la red de distribución de agua potable y la construcción de un nuevo pozo de agua, que suplió al existente hecho hace 30 años. 

Asimismo se instaló una planta tratadora de aguas residuales, que pocas comunidades de la región o el estado poseen, la cual reintegra las descargas a actividades con fines agrícolas. 

Fue instalado un vivero de reforestación, se construyó la carretera Santa Catarina-Cuesta Blanca, y el estado realizó trabajos de imagen urbana –adoquinamiento de calles, realización de guarniciones y bardas en las casas que no las tenían, además que las fachadas fueron pintadas con tonos de verde y naranja- en los últimos meses con un costo de 3 millones de pesos. 

En el futuro está prevista la construcción de un bachillerato, para el que la presente administración ya dejó un predio y la clave otorgada por la Secretaría de Educación Pública. El nombre que llevará la institución: Melquiades Morales Flores. 

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Durante su mensaje final ante los habitantes de su pueblo, Morales Flores aseveró que no erró al dedicarse al trabajo político, porque le dio la oportunidad de servir al estado, “así se entiende la política. No para hacerse de bienes o linchar a los demás, no para venganzas; sino para los intereses del pueblo”. 

No aspiro a ser profeta en mi tierra, dijo, sino un vecino más que tuvo el privilegio de ir a la escuela y ser el gobernador de los poblanos. No quiero más Santa Catarinas sin primaria, agua, servicios de salud, sistemas de riego o telecomunicaciones. 

Después de encabezar el gobierno por seis años, confesó la necesidad de regresar en el último día a su pueblo para sentirse cerca de quienes los conocieron, “vengo a acogerme al regazo del pueblo, al mismo regazo de mi madre que ya murió, a eso vine”. 

Durante el acto sólo faltó su hijo, el diputado local Fernando Morales Martínez, quien estaba contemplado entre los integrantes del presidium. Sin embargo su lugar fue ocupado por autoridades de la región. 

De los funcionarios estatales, sólo lo acompañó el titular de la Sedurbecop, Carlos Palafox Vázquez, y el director general del Fideicomiso del Paseo de San Francisco, Ernesto Echeguren Barroeta.

Asumió que en el estado o su pueblo fue imposible quedar bien con todos, e incluso su familia ahí presente, aún así aseguró que no le entristecen las opiniones en su contra o conceptos negativos. 

Con el rostro adusto y un llanto contenido que nunca dejó escapar, remató: “(las críticas) me motivan a seguir trabajando por la gente y los demás, así será visto hasta el final, hasta que me sepulten en Santa Catarina”. 

Y por última vez los cuetes volvieron a tronar.