17/Mayo/2005
Mónica Camacho

La renuncia de Nora Lustig a la Rectoría de la Universidad de las Américas (UDLA), causó reacciones encontradas entre los catedráticos, administrativos y alumnos de esta institución. Mientras los dos primeros prefirieron en su mayoría reservarse su opinión, los estudiantes externaron su aprobación al considerar que su salida mejorará las condiciones de la casa de estudios.

Y es que presumieron que durante los cuatro años de la administración de Lustig han surgido fricciones entre los directivos, maestros y alumnos debido a las decisiones tomadas por la todavía rectora.

Dentro de las inconformidades que los entrevistados expusieron se encontraron los aumentos en el costo de las colegiaturas, así como el despido masivo de 129 trabajadores administrativos, los cuales se registraron en diciembre del año pasado.

Respecto al incremento en el precio de los créditos semestrales, la estudiante Martha Avalos afirmó que a pesar de que estos han representado un mayor ingreso de recursos para la UDLA, no se reflejan en la mejora de la institución porque “ni siquiera nos han podido traer libros para la biblioteca”.

Estas circunstancias orillaron a varios alumnos a recordar al antecesor de Nora Lustig, el ex rector Enrique Cárdenas Sánchez, quien a pesar de haber tenido “sus cosas malas”, durante los 16 años que duró su gestión mostró mucho apoyo a estudiantes y académicos con su buen trato, aseguró la alumna Gisele Ortega Rizo.

Por su parte, los profesores mantuvieron una actitud más hermética, algunos solamente se aventuraron a decir que la decisión tomada por la rectora es muy respetable, tal fue el caso del catedrático Eduardo Jiménez González quien aseguró que “los puestos se ocupan hasta que la persona así lo quiere”.

Los estudiantes dividieron sus opiniones sobre la reserva en los comentarios de los maestros, pues mientras unos consideraron que con esto ellos evitan sanciones administrativas, otros creyeron que, debido a la falta de un sucesor para la rectoría, “lo que menos quieren ahora es crearse una mala imagen o quedar mal”, afirmó Ortega Rizo.

 Por último se debe mencionar que la decisión que tomó Nora Lusting fue tan precipitada para los catedráticos, administrativos y alumnos que les tomó por sorpresa ya que de un día a otro desistió de la Rectoría cuando aún le faltaba un año para concluir su periodo.

 “Yo todavía no lo puedo asimilar pues no pensé que estuviera haciendo mal su trabajo, por lo que pensé que todo iba bien” mencionó la profesora Connie Johnson, con 26 años en la universidad.