31/Enero/2006
Jorge Cravioto

Al conocer que según las encuestas, el PRD encabeza las preferencias electorales para la Presidencia de la República, Joan Manuel Serrat sugirió que la ciudadanía, de seguir ese camino, está obligada a reacomodar su pensamiento como ha sucedido en otros países de América Latina.

“Este año se viven agitaciones, y se moverán muchas cosas, por lo que es muy importante que la gente participe para decidir el futuro del país”, dijo Serrat en rueda de prensa, tras recibir la copia de la Cédula Real de la ciudad de Puebla y ser declarado ciudadano distinguido.

Rechazó el muro que Estados Unidos pretende construir para detener el flujo de migrantes, porque el hombre tiene el derecho de caminar por el mundo, con libertad. “El mejor muro que se podría levantar sería aquel en el que nadie le permitiera irse de su casa para comer; éste sería un muro justo”, subrayó.

Acompañado por el alcalde Enrique Doger Guerrero, Serrat dijo que los gobiernos tienen la obligación de crear y dar los medios suficientes “para que nadie tenga que irse, porque nadie quiere irse”.

Comentó que los problemas migratorios no se resuelven “ni con muros, ni con fosos, ni con leyes que regulen estas historias y endurezcan las posibilidades de libre circulación del individuo; se resuelven al crear riqueza en todos los lugares pobres, para que el ciudadano no tenga que verse sometido a la humillación de tener que montar su vida en otro lugar lejos de su casa”.

Joan Manuel Serrat advirtió que la población en América Latina está cansada de haber vivido represiones, intervenciones militares, gobiernos de facto, y que es por eso que en algunos países han crecido las alternativas democráticas de izquierda.

“Por caminos democráticos han llegado al gobierno pensamientos e ideas progresistas, porque la gente está cansada de políticas neoliberales que no resolvían sus problemas, y obviamente agotados de asonadas militares, pues entonces está optando por otros caminos.”

Puso como ejemplo países a Brasil, Uruguay, Argentina, Bolivia y Chile, entre otros, en los que existe un panorama de gobierno distinto y en los que “el logro es de los pueblos que los han llevado a gobernar”.

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Mónica Camacho

Otorga la UAP el doctorado Honoris Causa a Serrat

“Espero que no se arrepientan”, aunque “estoy muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido” mencionó Joan Manuel Serrat, parafraseando a Pedro Vargas, al recibir el doctorado Honoris Causa de la UAP.

Ante un auditorio de por lo menos 300 personas entre las que se encontraron representantes del gobierno estatal y de la capital, así como ciudadanos que burlaron la seguridad a fin de conocer al artista catalán, Serrat aseguró que el reconocimiento lo obtuvo por luchar contra la manipulación, maldad y estupidez del comportamiento humano.

En medio de un operativo de seguridad que acordonó al edificio Carolino y teniendo como iluminación principal los flashazos de decenas de cámaras fotográficas, el cantautor reconoció que su lucha democrática fue sólo respuesta a su instinto de autoprotección.

Sin embargo, “si para algo vale la pena estar en este mundo es para querer y ser querido“, mencionó con un acento español que arrebató los suspiros de diversas académicas y estudiantes, así como la sonrisa del rector de la UAP, Enrique Agüera Ibáñez.

Antes de que Serrat tomara el micrófono, el rector le dio la bienvenida y con una voz que en ocasiones se le entrecortaba, reconoció el activismo social del compositor a quien citó y le reconstruyó diversos fragmentos de sus canciones.

“Así como se hace camino al andar se construye mejor la patria.”

A media distancia

Si las personas deseaban permanecer a menos de dos metros del cantante debían cubrir el requisito indispensable de ser parte de la administración estatal o capitalina, así como encontrarse en la lista de funcionarios de primer nivel de la UAP.

En la parte frontal del Salón Barroco, los trabajadores de comunicación social dela UAPfueron los “cadeneros” que impidieron a los fotógrafos, reporteros o fanáticos ingresar a la parte frontal del recinto, al acordonarla y considerarla zona exclusiva.

Para evitar el tumulto de la comunidad universitaria, al terminar la sesión del Consejo Universitario el rector encaminó rápidamente los pasos del cantante hacia el primer patio a través de la puerta trasera donde le esperaba un brindis en su honor.

Aunque las indicaciones fueron impedir el paso a la prensa y personal no autorizado, en el convivió, todos lograron acercarse a Serrat para solicitarle autógrafos y fotografías durante los 10 minutos que permaneció dentro de las instalaciones.

A pesar de que personal cercano al rector lo rodeo a fin de hacerlo permanecer más tiempo dentro de la universidad, e incluso uno de ellos tomó un micrófono para solicitarle su opinión sobre la “admirable” UAP, Serrat libró a las cerca de 25 personas que lo rodearon para salir de la institución.

Ante la presencia de aproximadamente 20 policías turísticos y ciudadanos que apenas podían intuir lo que sucedía en la máxima casa de estudios, el compositor catalán subió rápidamente a la camioneta estacionada en plena Plaza dela Independenciapara salir de la institución.

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Carlos Ríos

Serrat en Puebla; relatos, canciones y complicidades

“Bienvenidos a su casa.” Íntimo, con la calidez propia de quien canta ante un grupo reducido de amigos, fue el concierto que Joan Manuel Serrat eligió para los tres mil poblanos que asistieron ayer al Centro de Convenciones.

Si bien el espectáculo estaba previsto para las ocho y media de la noche, empezó a las nueve, diez minutos después que el rector dela UAP, Enrique Agüera, ocupara uno de los primeros lugares.

Dos pantallas a los lados del escenario, antes de que comenzara el recital, retransmitían una y otra vez —sin audio— la ceremonia en la que invistieron al cantautor catalán del doctorado Honoris Causa.

La primera ovación de la noche fue para saludar a Joan Manuel Serrat, quien sin decir palabra se sentó, guitarra en mano, para dar paso a los primeros acordes de “Menos tu vientre”.

Una vez más, el cantante catalán se reinventó a sí mismo. Y llevó adelante un recital cálido, sin fisuras, alimentado por sus anécdotas y el piano increíble de su compañero de ruta inseparable, Ricardo Miralles.

 La fórmula eficaz fue la sencillez y el repaso cómplice de muchos de sus clásicos ante un público que no quería otra cosa que lo que Joan Manuel Serrat les ofreció.

La segunda canción fue “Mediterráneo”, a la que siguió “Una mujer desnuda y en lo oscuro”. No habían pasado media hora desde el comienzo del recital, cuando personal de seguridad llegó al sector donde se había apostado la prensa que cubría el espectáculo.

Exigieron que se apagaran las cámaras y que los periodistas, camarógrafos y fotógrafos se retiraran varios metros hacia atrás, hasta las paredes laterales del Centro de Convenciones.

Al preguntarle a un camarógrafo qué pasaba, dijo que no lo dejaban filmar, no sabía por que, “y eso que mi jefe, Fernando Canales, fue el que organizó esta madre”.

Finalmente, los periodistas apagaron sus grabadoras y sus cámaras y se sentaron, no sin cierta indignación, en la alfombra a seguir de cerca, como cualquier espectador, las canciones de Serrat, que con “Tu nombre me sabe a hierba” despertó los ánimos del público.

Luego siguieron “Esos locos bajitos” y “Señora”, un tema del que dijo hace mucho no incluía en su repertorio. Es que los años no pasan en vano. Y las canciones que alguna vez compuso un Serrat joven deben repensarse desde el momento actual.

Es allí donde el catalán propuso momentos narrativos en los que aprovechó para tomar champagne, generar un ambiente plagado de secretos que remitieron a la infancia, al amor y a la amistad. Relatos que mostraron a un Serrat con un gran sentido del humor y sutil picardía.

Se dio el gusto de cantar en su lengua natal una canción tradicional la “Canción del ladrón”, que luego engarzó con “Penélope”.

Ricardo Miralles ligó varias canciones de Serrat en el piano. Una lástima que no se hayan visto las manos del pianista sobre el teclado, algo que los encargados de las cámaras no tomaron en cuenta.

Entre los temas que siguieron, el más celebrado fue “Disculpe el señor”, en el que Serrat hizo gala de sus dotes de actor y recibió un gran festejo de la gente. En un momento se le enredó el cable de la guitarra. La gran confianza que Serrat había logrado antes permitió que el público esperara en silencio.

Quince minutos antes de las once, y con una ajustada interpretación de “Hoy puede ser un gran día”, el recital llegó a su fin.

Los espectadores, que tararearon las canciones de a ratos, pidieron los bises de rigor. Y Serrat sorprendió: dio las gracias, dijo que México fue y seguirá siendo su casa y como muestra de su gratitud cantó “Un mundo raro”, y así se metió en los corazones de todos los presentes.

“Fue un día muy intenso, muy hermoso”, dijo, y besó el micrófono antes de cantar “La fiesta” y “Lucía”. Luego, la salida apresurada —a los codazos discretos— de la gente al filo de las once de la noche, la venta de tazas, playeras y chamarras oficiales de la gira de Serrat por México.

Afuera del Centro de Convenciones el mercadeo también, pero informal; gritos de ambulantes para atraer a una clientela dominada por el frío y las ganas de encontrar un taxi cuanto antes. Todo más barato, idéntico a los productos de adentro, pero “pirata”.